Ignoro cuales sean los obscuros mecanismos...

que me hacen volver a ti,

al denso día del recuerdo que...

repentinamente se apega a mi cara,

con la persistencia de esos parásitos...

que se aferran con pies y manos a los cascos de los buques.

A veces... Basta una tarde nublada, un café,

El pasaje de un nostálgico poema o una canción

Para tenerte de vuelta, frente a mí,

En esta ciudad que oxida y que olvida todo lo que se deja atrapar por ella.

 

Desde aquella vez que te marchaste

Cualquier cosa puede encender

Y encabritar tu recuerdo

Y devolverme a ti,

a las doradas playas de tu cuerpo,

a tu beata forma de concebir el mundo.

 

Por razones que solo Freud entendería

Nada de esto disminuye

Ni mi amor ni mi rencor por ti.

 

Curiosamente...

Siento un vivo placer,

Una sensación de hormigas

subiendo por las piernas

cada vez que estas de vuelta

Y miras con esos ojos

que nacieron para contemplar

la calamidad y el desierto,

la abundancia y la selva,

este amor estúpidamente truncado.

Pero basta de autoconmiseraciones

Y otras gratitudes.

 

Si te escribo ahora...

Es para sacudirme este recuerdo tuyo.

Que es el pétalo y el agua

Corriendo por la cara pero también

Vidrio y alfiler debajo de los párpados.

 

Desde el tiempo en que...

el presente y el futuro han quedado abolidos.

Aún recuerdo que lloré de rabia,

Y un perdóname surgió de tu boca...

Desfigurado por mí llanto.

 

En las noches....

Sentada en mi cama,

Leyendo o llorando siempre te recordaré.

Nunca olvidaré u estremecida piel....

Ni tus manos hundidas en mi pelo.

 

Desde el otro lado del puente....

Desde tu extremo...

Quizás me recuerdes...

Desde el mío...

También pienso en ti.

 

 

 

 

 

ReGReSaR a La PaGiNa PriNCiPaL